Hoy es un día especial en mi vida. No vengo a contar que me ha tocado la lotería, de hecho, el sorteo está siendo televisado en este preciso momento.
Cumple años la persona más importante de mi vida, esa que me hizo descubrir qué es el amor verdadero.
Echo la vista atrás y todavía recuerdo cada instante desde mi ingreso. El comienzo del embarazo fue duro, no lo voy a negar. Entre amenazas de aborto, vómitos y ardores llegué a la recta final, no a las 40 semanas, tú decidiste que las navidades las pasabas con todos nosotros y por eso, te adelantaste.
Dos días antes del 22, rompí aguas y aquí viene una anécdota graciosa, o asquerosa, según cómo se mire. Era de madrugada, fui al baño y no sabía si me había meado encima, cosa que nunca me había pasado, o si había roto aguas. Era la segunda opción y por eso, el papi se vistió deprisa y bajó al coche a esperarme. Yo me quedé bloqueada, me senté en el sofá y las dudas empezaron a atormentarme, no sabía si sabría ser madre o si lo haría bien o mal. El pánico me invadió y media hora después, al ver que no bajaba, el papi subió a por mí. No avisamos a nadie y nos fuimos al hospital.
Allí me dijeron que no había dilatado nada y que hasta las 12 horas de la rotura de bolsa, podía volver a casa. Llamé a mi madre y como mi hermano tenía el festival de música en el instituto, para allá que me fui con la vía puesta. Una locura, lo sé, pero yo me encontraba bien.
Si algo me había dado asco durante el embarazo, era la paella valenciana, solo su olor me producía arcadas, pero ese día la necesitaba casi más que respirar. Papi la hizo para mí y después de comer, volvimos al hospital.
Mi estancia allí no la voy a contar, pero tuvieron que acelar la cosa porque seguía sin dilatar. Las contracciones no llegaron poco a poco, sino de golpe la tarde del día 22 de Diciembre de 2013. Recuerdo la hora exacta, eran las seis de la tarde y tras 6h de dolores, oficialmente entrábamos en la fase activa del parto. Eran las doce de la noche.
Todavía sonrío recordando que mientras el iaio me mandaba una foto del marisco que se iba a comer, yo le escribía que me estaban poniendo la epidural. Por cierto, ¡bendita anestesia!
En la habitación de dilatación, el papi dormía en un sillón, pero yo no podía. No sentía dolor, pero sí miedo. Miedo al saber que íbamos a dejar de ser dos para ser tres, miedo a no saber qué iba a pasar y cómo iba a ser.
Tras cinco horas más en las que no dormí, el momento llegó.
Del parto no voy a hablar, aunque han pasado cinco años, no sé describir lo que sentí, y escribo novelas, sí, invento historias, pero ese momento fue tan extraño, que no sé qué decir sobre él. Me saltaré ese rato tan íntimo de sacar todas mis fuerzas para empujar y ayudarte a venir al mundo.
No puedo decir que el parto es lo más bonito que le sucede a una mujer porque no es cierto. Son muchas sensaciones, muchos sentimientos encontrados. Hoy sí puedo decir que fue lo mejor de mi vida, pero no lo más bonito.
Te vi. Salías de lo más profundo de mí y te ponían en los brazos de tu padre. Eras tan pequeño...
Ahí me enamoré. Ya te amaba desde que supe de tu existencia, pero fue en ese preciso momento cuando le puse cara al amor de mi vida.
Te pusieron sobre mí y entonces pude olerte, tocarte y acariciarte. Te dije que te quería y sentí paz.
Cuando llegué a la habitación contigo sobre mi pecho, allí estaban dos de las personas más importantes, tu abuela y tu tío. Nunca olvidaré sus caras al ver que eras tan chiquitín, eras un muñequito.
El camino hasta hoy no ha sido fácil, han habido momentos difíciles, pero también, felices. De hecho, los mejores. No recuerdo haber sentido tanta felicidad antes de ti.
Cada mañana te despierto y sonrío. Eres tan bonito... Adoro despertarme y darte besitos en el cuello, sigues oliendo a aquel bebé que hace cinco años conocí.
Tú me dices que ya eres mayor, que tienes cinco años y yo sigo pensando que nunca dejarás de ser mi pequeño.
Te amo tanto que no hay palabras que describan lo que siento por ti, eres mi vida, mi todo. La persona que hace girar mi mundo.
Seguirás creciendo y seguirán habiendo noches en las que acabe agotada por tu energía, pero hoy estoy nostálgica, nos hacemos mayores, crecemos juntos.
Te amo.